Seguramente cuando te vas a acostar colocas el celular en la mesa de noche, debajo de la almohada o cerca de tu rostro.
Pero esta acción cotidiana puede tener en realidad múltiples consecuencias para
tu organismo y tu salud.
La luminiscencia de la pantalla puede llegar a «engañar» a tu cuerpo y alterar la secreción de melatonina, hormona natural interna inductora del sueño. Además, retrasan nuestro reloj
circadiano, disminuyen nuestro sueño REM e hiperexcitan el cerebro, cuando más
necesitamos desconectar
Nos hemos acostumbrado, o más bien nos han acostumbrado, a
escuchar sobre las infinitas bondades de los dispositivos móviles, tan
necesarios, aparentemente, como respirar: que acortan distancias, que son
rápidos y eficaces en el proceso comunicativo, que nos sirven para sacar fotos,
grabar vídeos, audios, para organizar nuestra vida, nuestro trabajo y nuestro
ocio...en definitiva, lo hacen todo.
Sin embargo, ese poder casi imparable y creciente del móvil
radica en un problema que no es menor: la dependencia. Tal es así que el móvil
o las tabletas han pasado a ser una «extensión de nuestras manos»...no solo
durante el día, sino también por la noche.
¿Has apagado alguna vez el móvil antes de acostarte? ¿Has
procurado dejarlo fuera de la habitación al irte a dormir? ¿Te llevaste la
tableta a la cama pensando que así te relajarías? Puede que estos dispositivos
estén perjudicando nuestros hábitos de sueño más de lo que creemos. Jesús
Escribá, médico neurofisiólogo y director del Instituto de Medicina del Sueño
no duda en considerar el insomnio tecnológico como «una de las nuevas
patologías del siglo XXI».
¿Pero cuál es concretamente el problema del uso de las nuevas
tecnologías en nuestra habitación? Si bien no se reduce a una cuestión, puede
que la clave se resuma en dos palabras: la pantalla. «La potente y cercana
luminiscencia de la pantalla de estos dispositivos son un estímulo muy
contraproducente para nuestro sueño, ya que, sobre todo, interrumpen y alteran
la secreción de melatonina, hormona natural interna inductora del sueño, que se
sintetiza cuando hay oscuridad», advierte Escribá.
De hecho, un estudio reciente publicado en PNAS, advertía de que
los dispositivos que emiten luz para la lectura, la comunicación y el
entretenimiento y que usamos antes de irnos a dormir no solo reducen la
melatonina sino que también prolongan el tiempo que tardamos para dormir,
retrasan nuestro reloj circadiano, reducen la cantidad y retrasan el sueño REM,
reducen también el estado de alerta al despertar y lo aumentan por la noche, lo
que conduce a que retrasemos la hora del sueño.
Estos dispositivos, advierte el estudio, tienen efectos
biológicos que pueden perpetuar las deficiencias en el sueño e interrumpir los
ritmos circadianos pudiendo tener efectos negativos en nuestra actividades y
nuestra salud.
Lo preocupante es son cada vez menos quienes están exentos de
padecer estos problemas. Una encuesta de la Fundación Nacional del Sueño
asegura que cuatro de cada diez estadounidenses llevan sus móviles a la
habitación cuando van a acostarse. La encuesta señala que los menores de 30
años tienen mayor costumbre de hacerlo que el resto de grupos (lo hace un 72%
de entre 13 y 18 años y un 67% de entre 19 y 29 años).
Especialmente, el chat es una de las actividades más frecuentes
una hora antes de ir a dormir (un 21% lo hace todas las noches o casi todas), y
también suele darse con mayor incidencia entre los menores de 30 (lo hace el
56% de ente 13 y 18 años y un 42% de entre 19 y 29 años).
Todas las pantallas
El aspecto más destacado en relación al uso de internet en
España, señala el estudio, es el fuerte incremento del acceso en movilidad. Si
en 2013 el 70,2% de los usuarios de internet en los últimos tres meses
declaraban haber accedido a través de un dispositivo móvil fuera de la vivienda
habitual o lugar de trabajo, en 2014 este porcentaje aumentó hasta el 81,7%,
11,5 puntos porcentuales más. Este porcentaje supone que 21,44 millones de
españoles ha accedido a Internet en movilidad, 4 millones más que en 2013.
Pero el problema no son solo los móviles, es decir, que la
luminosidad de cualquier pantalla afecta el sueño. De hecho, «cuanto más grande
es la pantalla y más luminiscencia tiene, más nos va a afectar», advierte
Escribá.
n este sentido, el 61% de los estadounidenses, según la
Fundación Nacional del Sueño, usa su ordenador o portátil regularmente (al
menos cinco noches a la semana) en la hora en la que se van a acostar a dormir.
Además, los americanos por debajo de los 30 años usan más el ordenador que el
resto de grupos de edad, 77% entre los usuarios de 13 y 18 versus el 59% de 30
a 45 y el 51% de 46 a 54.
Cuando el cerebro se hiperexcita
En cualquier caso, Escribá advierte de que «el uso nocturno de
internet y otras aplicaciones tecnológicas han desplazado a la televisión como
principal causa del retraso a la hora de dormir o de la inestabilidad de
nuestro sueño». El estudio de PNAS también señalaba que las tabletas o el
«eBook» provocan los mismos trastornos que el resto de dispositivos y por lo
tanto, no tiene los mismos efectos que leer un libro impreso.
Pero el problema no es solo el de la luminiscencia de las
pantallas, sino que el sueño se ve afectado por otro problema: «el uso de estos
dispositivos como inagotables emisores de información, muchas veces de forma
excesiva y compulsiva y segundos antes de cerrar los ojos hiperexcita nuestro
cerebro y luego, en cambio, pretendemos que nuestro cerebro
"desconecte" para dormir de forma rápida y sencilla generando una
doble adicción: la tecnológica y la de la necesidad de un fármaco para dormir.
Y todo ello contando con que seamos capaces de apagar estos dispositivos y no
encenderlos mientras dormirmos porque, de lo contrario, los sonidos,
vibraciones y destellos también podrían despertarnos y alterar nuestros ciclos
de sueño.
u interferencia negativa es predominantemente a la hora de
conciliar el sueño, provocando un insomnio de inicio pero también hay casos en
en los que la afectación es más continuada y genera incluso despertares
intrasueño, provocando lo que llamamos insomnio de mantenimiento
Dormir con el móvil encendido
De hecho, la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos
advierte de que llevar los móviles a la habitación no lo único que afecta
nuestro comportamiento a la hora de ir a la cama. Un 22% de los encuestados
deja el sonido del móvil en vez de apagar el teléfono, quitarle el sonido o
ponerlo en vibración. En consecuencia, un 10% se levanta unas cuantas veces en
la noche por el teléfono, más en el caso de los menores de 30 (un 18% enre 13 y
18 años, y un 20% entre 19 y 29 versus un 11% de 30 y 45 años y un 3% entre
46-64).
¿Cómo resolver el problema?
Para evitar estos problemas, Escribá recomienda desconectar todo
una hora antes de acostarnos y mantener los móviles y portátiles apagados y
fuera de la habitación durante nuestro sueño. De hecho, la solución para dormir
bien no siempre es farmacológica y muchas veces una terapia medico-psicológica
personalizada y especializada es la clave para resolver un trastorno de sueño.
Otro estudio sobre este asunto del Instituto Politécnico
Rensselaer aludía que la melatonina se reduce en un 23% con dos horas de
exposición a los dispositivos. La investigadora principal del estudio, Mariana
Figueiro recomendaba a los fabricantes la creación de dispositivos más
«amigables» con nuestro reloj circadiano.
«Cuando el insomnio deja de ser puntual para convertirse en
habitual conviene acudir a un especialista. Sin embargo, muchos pacientes
prefieren tomar la “pastilla para dormir”, sin saber que, más allá del primer
mes, se desaconseja su uso pues pierde eficacia, crea dependencia , enmascara
el trastorno de sueño y, a largo plazo, incrementa el riesgo de muerte” afirma
Escribá.
Fuente: Informe21
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