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lunes, 31 de octubre de 2011

Una forma de prevenir el cáncer de mama, es practicarse el autoexamen... ¿Cómo hacerlo?


Todas las mujeres, independientemente de su edad y de su procedencia étnica, tienen riesgo de desarrollarlo, algunas más que otras, pero nadie, ni vos misma, está 100% a salvo. Considera estas cifras: según la Sociedad Americana del Cáncer, este año se estima que habrá por lo menos 230.480 casos nuevos de cáncer de mama y entre ésos, se calcula que morirán unas 39.520 mujeres. La buena noticia es que durante los últimos 20 años, las muertes por cáncer de mama han venido reduciéndose en gran medida, según los expertos, por los avances en la detección y la prevención del cáncer, así como los tratamientos disponibles para combatirlo.
Estas son las recomendaciones de la Sociedad Americana del Cáncer:
Una mamografía anual a partir de los 40 años, y recomienda que se continúe anualmente mientras se mantenga en buenas condiciones de salud.
Un examen clínico de mama como parte de su examen físico anual por un profesional, cada 3 años entre los 20 y los 30 años y cada 3 años a partir de los 40 años de edad.
Un autoexamen periódico del seno a partir de los 20 años (con el entendimiento que este examen tiene sus limitaciones) y reportar cualquier cambio a su médico de inmediato.
El autoexamen: cómo se hace
Te conviene hacerlo de forma rutinaria a partir de los 20 años, se recomienda una vez al mes. Elegí un momento del mes en que los senos no estén inflamados, una semana o dos después de tu período menstrual. Si ya has dejado de menstruar, podés elegir cualquier día del mes, pero te será más fácil si estableces una rutina, por ejemplo, la primera semana de cada mes, o cada 3 meses. Así no se te olvida. Conviene realizar parte del examen acostada para que el tejido mamario se esparza de forma pareja sobre el pecho. Existen tres posiciones básicas para realizar un examen completo y minucioso de los senos (aunque recordá que el autoexamen no reemplaza el examen del profesional ni la mamografía).
ACOSTADA:
Acostate con una almohada o una toalla doblada bajo el hombro derecho.
Doblá el brazo derecho y colocalo bajo la cabeza.
Con la mano izquierda, palpa el seno derecho, utilizando las yemas de tres dedos (el índice, medio y anular) para detectar abultamientos o masas.
Comenzá a palpar con los dedos de lugar como si estuvieras dando un masaje de arriba hacia abajo.
Presioná cada área del seno haciendo pequeños movimientos circulares y ejerciendo tres tipos de presión. La más ligera y suave para analizar el tejido más cerca de la piel. Una presión mediana, te servirá para revisar la parte intermedia del tejido. La más intensa llegará hasta el nivel más profundo y más cercano a las costillas.
Usá dos dedos para comprimir suavemente el pezón y observá si hay secreción.
Repetí el proceso en el lado izquierdo.
DE PIE ANTE UN ESPEJO
Esta parte del examen te permitirá detectar cambios en la apariencia de los senos. Quítate la ropa de la cintura para arriba y colocate de pie ante un espejo con los brazos relajados a los costados del cuerpo. Procura que el lugar esté bien iluminado. Si es necesario, acercá una lámpara o encendé todas las luces del cuarto de baño o el dormitorio. Observá detenidamente los senos.
¿Qué estás buscando? Cambios en la apariencia de los pezones, por ejemplo, o algún hoyuelo o cambio en la piel. Mirate desde distintos ángulos y posiciones de los brazos. Cuando el examen se realiza con regularidad, es cuando más se notan las posibles diferencias: cambios en el color de la piel o del pezón, o si surge alguna protuberancia.
DE PIE CON EL BRAZO LEVANTADO HACIA EL COSTADO
Esta posición te permite revisar mejor el área de la axila.
Levantá un brazo a la altura del hombro.
Con la mano opuesta, examiná la axila. Estarás tratando de localizar masas, abultamientos o protuberancias, igual que hiciste con los senos.
Repetí por el lado opuesto.
¿Qué hacer si notás algo irregular?
Supongamos que sientes un bulto que no tenías antes. No tenés por qué asustarte. A veces, los abultamientos pueden deberse a infecciones, a lesiones en el seno, a crecimientos que no cancerosos como un fibroadenoma, o a pequeños quistes que contienen líquido y que cambian de tamaño durante el ciclo menstrual y se conocen como cambios fibroquísticos de la mama.
Muchas mujeres los tienen y como están asociados a los cambios hormonales, se acentúan justo antes y al comienzo del ciclo menstrual. Pero definitivamente, si sentís un bulto en el seno definitivamente debés consultar al médico cuanto antes para saber de qué se trata.
También debes consultar al médico si tienés alguno de estos síntomas o de estas señales:
- Dolor en un seno que no esté relacionado con el período menstrual.
- Si descubres un abultamiento, cambio o protuberancia que antes no tenías.
- Uno de los senos se siente hinchado, caliente y se ve enrojecido.
- Los pezones segregan líquido sanguinolento.
- Te palpas un abultamiento en la axila o cerca de la clavícula.
El objetivo principal del autoexamen del seno es que te familiarices con el aspecto y la textura de tus senos. No importa el tamaño, si un seno es un poco más grande que el otro, esos son detalles estéticos que, al menos en relación al cáncer, no son importantes.
Sí es fundamental que aprendas a conocer muy bien tu cuerpo. Eso te permitirá detectar cualquier cambio, y reportarlo rápidamente a tu médico, por insignificante que te parezca. Aprendá a hacerte el autoexamen y podrás defender mejor tu vida. Pero recordá que el autoexamen no reemplaza el examen por un profesional ni la mamografía.

Fuente: derf

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