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lunes, 26 de septiembre de 2016

¿Qué tendremos 15 años después de la Revolución Educativa?

Por Bladimir Grullón

Muchos afirman que los resultados de los esfuerzos que se hacen para mejorar la educación en la República Dominicana podrán observarse en un periodo de alrededor de 15 años, sin embargo ¿Qué tan conveniente sería sentarnos a esperar a que pase ese lapso de tiempo para luego evaluar qué tan buenos han sido los métodos aplicados?.


“La evaluación es un proceso continuo”, esta afirmación no se queda en ningún taller impartido por el Ministerio de Educación referente al tema de la evaluación educativa desde hace ya muchos años, pero casi siempre es solo una de esas frases que se lanzan como una vana repetición que no encuentra sentido práctico en la realidad.

Por muchos años la supervisión educativa se ha centrado en hacer especies de “redadas” aún bajo el nombre de “acompañamientos” para atrapar a los maestros que no tienen lista su planificación o que no utilizan la jerga oficial del momento, que de hecho cambian cada par de años agregando o quitando elementos, pero eso sí, siempre con el mismo resultado: fracaso al intentar que nuestros jóvenes adquieran las competencias que necesitan para enfrentarse al mundo globalizado de hoy.

Y es que no importa que se llamen Ejes Transversales o Competencias Fundamentales, el problema no es el término utilizado ni que el plan de clases que tiene el maestro bajo el brazo tenga uno, dos, tres, cuatro o los momentos que usted quiera, que es como se le ha estado llamando a las etapas de desarrollo de una clase modelo hasta hace poco. Uno de los principios básicos de la planificación es la sencillez, se sabe desde hace mucho tiempo, en diferentes ámbitos, que mientras más sencillo es un plan más posibilidades hay de que se lleve a buen término.

El problema es que nos hemos estado centrando en la fachada la “fábrica” y no en la calidad del producto que estamos produciendo, que todavía no terminamos de darnos cuenta de que son nuestros estudiantes.

Si uno visita una fábrica textil, automotriz o de cualquier otra índole, la prioridad de los supervisores y controles de calidad está en que el producto que fabrican tenga las características que el mercado demanda. A nadie se le ocurriría que los supervisores y las medidas de control de calidad estuviesen enfocadas en verificar si los trabajadores se peinaron y se vistieron bien en ese día, dejando de lado la calidad del producto.

En este sentido tenemos diferentes niveles de supervisión en nuestro sistema educativo cuyo trabajo sería más valioso si se centrara más en el desarrollo del alumno que en otros aspectos secundarios.

Por ejemplo, ¿A quién le ha importado hasta ahora si los alumnos de un primer grado del curso x de la escuela z han pasado de ser presilábicos a silábicos o a alfabéticos en este mes? Estos son ejemplos de indicadores muy sencillos que podrían incorporarse a un sistema de supervisión que busque el desarrollo de competencias en nuestros alumnos.

 Quiero decir que me gustaría ver visitas sorpresa del presidente Medina, y si no, del ministro Navarro, a escuelas primarias de sectores marginados, especialmente a los primeros grados, no para ir a castigar a los maestros de esos niveles ni con una comitiva que valla a montarle un teatro, sino para compartir la experiencia y dificultades de los maestros de esos niveles para lograr los propósitos educativos. La simulación es una rama de la informática que permite, a través de modelos matemáticos obtener una proyección de lo que podría ocurrir en el futuro en un área determinada de la realidad.


Hay modelos de simulación bastante complejos, otros muy sencillos, pero lo que es cierto es que para ello se requiere alimentar las variables que componen el modelo, y hasta ahora en el sistema educativo nacional no tenemos claras las variables e indicadores que deberíamos incrementar o menguar para lograr los resultados positivos que anhelamos. De modo que no sabemos qué podemos esperar cuando ese tiempo pase.

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